En los inicios del cine con los hermanos Lumiere, aquél maravilloso invento que proyectaba imágenes casi reales en una pantalla gigante dejó deslumbrados a todos.
Era realmente increíble ver por primera vez gente en movimiento proyectada en una sala. Esta parte del movimiento era lo novedoso del asunto y poder contemplarlo de esa manera tan sorprendente provocó la mayor revolución en el arte de las imágenes. Las primeras películas consistían en escenas de la vida cotidiana como obreros saliendo del taller o un jardinero regando el pasto. Pero las que realmente gustaban por lo sorprendente de la visión eran las imágenes en movimiento de un tren acercándose o las olas rompiendo en la orilla del mar. Esos eran los Blockbusters de antaño.
Ese era el cine que todos querían ver. Aquél que evocaba el reflejo de las cosas cotidianas pero con la espectacularidad de los eventos de mayor acción.
Hoy el cine quiere volver por sus fueros a esa sencillez. Hoy el cine busca, igual que hace 115 años, devolverle al espectador esa humildad mostrándole únicamente la espectacularidad de una pantalla gigante abrumada de acción.
¿A quién le importa que tiempo después personajes como Wilder, Chaplin, Ford, Fellini, Eisestein, Welles, Lang,Tarkovsky y otros más hayan querido hacer del cine algo diferente y procurar contar historias, además de presentar sólo imágenes?
¿Quién necesita 100 años de evolución en materia de cinematografía o de la búsqueda de nuevos relatos y personajes que enriquezcan el acervo cultural de todos aquellos que de verdad aman las historias que son las que hacen una buena película?
¿Diálogos? ¿Para qué?, ¿historia? Aburrida, ¿Lógica y coherencia? Pérdida de tiempo...
Nada de esto es necesario porque, el cine está viviendo en estos momentos un Renacimiento.
Un renacimiento que recupera la esencia de ese cine más sencillo de los orígenes.
Un cine que no me dé algo en que pensar, sino algo que me desconecte de la realidad y me tenga pegado a la butaca 3 horas viendo pura y trepidante acción.
Y para ello, Michael Bay es el adalid de este movimiento.
Michael Bay es el Miguel Angel del cine moderno, por liderar este renacimiento del séptimo arte
Bienvenidos a una era histórica en la que ir al cine volverá a ser una experiencia pura y sencillamente visual.
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